No, no estamos invitando al ingreso de la orquesta con mala ortografía. Estamos celebrando al aromático, bello, simple y útil arbusto de origen mediterráneo. La lavanda (o lavándula, nombre que hace referencia a la familia que pertenece) es innegablemente un clásico en el paisajismo que no pasa de moda (no como los pobres gomeros o los ficus, que les dieron como caja en los 80 y 90s, provocándoles un asesinato de imagen casi irreversible). La fácil mantención, su inconfundible aroma y los múltiples usos que se le puede dar a sus flores obliga a que le demos su espacio destacado, ya sea en macetas o jardineras al exterior (si es que tienes un departamento) o directamente en tu patio o a la entrada de la casa, dándole una aromática bienvenida a tus invitados.
Importante: la lavanda adora el sol y es «carne’e perro» por lo que en terrenos rocosos y con un (1) riego semanal estará feliz como una perdiz.
Muy aperrada! además pueden secar las flores para hacer saquitos aromáticos para los cajones del clóset y poner en floreros mezcladas con otras flores. Además, atraen mucho a las abejas lo que las hace una buena especie en el jardín.